domingo, 9 de septiembre de 2007

La construcción, el trabajo principal

La Prensa, 09-sep-2007
En Washington un albañil boliviano puede ganar 1.500 dólares y en España 800 euros
El principal trabajo al que se dedican los bolivianos en el extranjero es el de la construcción, le siguen las tareas domésticas, para las mujeres, y las labores agrícolas, para ambos sexos. En el caso de la construcción, esto se debe en parte a la mano de obra calificada de los compatriotas, pero también —dice el oficial a cargo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Bolivia, Wálter Arce, a que “la demanda determina la oferta”. Según los datos de esa entidad, los casi tres millones de connacionales radicados en diversos países se concentran, en mayor cantidad, en Argentina, España y Estados Unidos. La Prensa habló con algunos bolivianos que viven en esas tres naciones y éstos confirmaron que la construcción es el punto de partida para los varones que emigran en búsqueda de mejores ingresos, aunque comentaron que en los últimos años se ha notado un incremento en las áreas del servicio de comidas. En Argentina Ricardo “Quiño” V. nunca clavó un clavo en su casa de Potosí, pero ante la necesidad de ganarse la vida en Buenos Aires aprendió el oficio de la construcción. “Una vez aquí, me di cuenta de que era difícil aspirar a un trabajo de oficina, por ejemplo. Entonces empecé a trabajar en la construcción como ayudante de albañil, porque no sabía hacer nada en la obra. Pero luego ascendí a oficial carpintero y cobraba más”. Es bachiller y emigró a Argentina a mediados de1995. Llegó a Villa Soldati, una de las paradas obligadas en suelo bonaerense para los emigrantes bolivianos, y allí se contactó con otros paisanos para buscar un trabajo. “Me enteré de que había en un taller de costura, pero yo la verdad no sabía manejar las máquinas, además que la paga no era muy buena. Entonces me di cuenta de que había mucho trabajo en la construcción, y aunque es muy pesado, el sueldo valía la pena. Es que si no trabajamos los bolivianos o los paraguayos, los argentinos se quedan sin obras”. Siempre pensando en mejorar su condición, “Quiño” emigró a Madrid con la idea de trabajar, al menos inicialmente, en la construcción, un rubro en el que ganaba unos 500 dólares mensuales en Buenos Aires. Arce comenta que en el país vecino hay una gran demanda de albañiles, obreros, carpinteros y pintores. Debido a que los argentinos no se dedican a esas áreas, los emigrantes asumen estas tareas. La demanda es la que determina la oferta, “y no es que el boliviano sólo puede trabajar en la construcción, hay compatriotas en otras ramas, pero son los menos”. En Europa En España la situación es similar. Andrés Indaburo es un traductor audiovisual boliviano radicado en Barcelona. Comenta que gran parte de los compatriotas en aquella ciudad —donde extraoficialmente se calcula que viven 300 mil connacionales— opta al comienzo por trabajar en la construcción. “Yo he conocido a muchos compatriotas que eligieron trabajar en esta ciudad en la construcción porque la paga es buena y hay un boom en el sector. De acuerdo con la categoría, si son ayudantes o maestros, pueden llegar a ganar de 800 a 1.500 euros”, pese a no contar con la condición de documentado. Indaburo añade que en el caso de las mujeres, ellas apuestan a las labores domésticas. Una de las bolivianas que se gana la vida en ese rubro es Malena. Ella dejó hace cuatro años a sus hijos y a su esposo en Bolivia para marchar hacia Alemania en busca de un mejor futuro para su familia. Sin embargo, estuvo poco tiempo en ese país debido a problemas con el idioma. Por eso decidió trasladarse a Madrid, donde primero trabajó como niñera y luego en una oficina como personal de limpieza. En la capital española, dice, sufrió maltratos de sus empleadores e incluso de algunos de los bolivianos que le alquilaban una habitación. “Hay compatriotas que se aprovechan de algunos paisanos indocumentados para cobrar alquileres altos”, dice esta mujer que gana 650 euros mensuales. “Esa suma de dinero no la podría ganar en Bolivia ni en un trabajo de oficinista”. La Organización Internacional para las Migraciones añade un dato. En España y otros países de Europa, una cantidad importante de compatriotas se dedica a la agricultura. “Son trabajos temporales hechos por bolivianos que van y retornan al poco tiempo. Pero también hemos advertido un fenómeno curioso, que es el de la migración interna por Europa. Hay bolivianos que en determinadas épocas están en España, Francia o Alemania, cosechando”. Y si de trabajos se trata, Indaburo agrega otro detalle: en los últimos años hubo una proliferación de restaurantes bolivianos y ferias de venta al menudeo en la ciudad, al punto de que en algunos momentos, cuando se hacen compras de mercado, “es como estar en Bolivia”. En el país del norte ¿Y qué pasa en Estados Unidos? Ruddy Orellana, editor general del periódico Los Tiempos USA, que se publica en Washington, confirma la inclinación de los varones bolivianos para desempeñarse como albañiles y en la construcción, y de las mujeres, en el trabajo doméstico. Sin embargo, considera que en tercer lugar está otro campo laboral: el técnico, que está relacionado con el área de los sistemas y la computación. “La mano de obra calificada y barata de los bolivianos es muy apreciada aquí. También en el área doméstica, pero en los últimos tiempos hemos visto con agrado a profesionales bolivianos que empiezan a trabajar para la misma colectividad en principio”. “Al contrario de lo que se cree en Bolivia, es muy difícil que los exploten en el rubro de la construcción. Esto porque las autoridades norteamericanas son muy exigentes en el aspecto de la seguridad. Por ejemplo, nadie podría trabajar de modo ilegal por el tema de los seguros de vida y todo ello, se trata de un trabajo muy peligroso”. Tal como pasa en Barcelona, en algunas ciudades de Estados Unidos —comenta Orellana— ya es común la presencia de restaurantes bolivianos, “como el del ‘Diablo’ (Marco Etcheverry)” en Virginia. Salarios Los sueldos son un buen gancho. Mientras un ayudante de albañil puede ganar hasta mil bolivianos en Cochabamba y La Paz y 1.200, en Santa Cruz; en Buenos Aires el salario promedio es 500 dólares, en Washington 1.500 dólares y en Barcelona 800 euros. En todo caso hay que tomar en cuenta que en Estados Unidos el pago mínimo por hora es de 7,25 dólares y que en Argentina el salario mensual más bajo es 800 pesos argentinos (unos 253 dólares). Una resolución que resguarda al foráneo Una resolución emitida en diciembre de 1990 en el marco de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y sus Familiares vela por las personas que se emplean en países ajenos al suyo. El oficial a cargo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Bolivia, Wálter Arce, explica que el documento fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas y posee artículos que velan por los derechos fundamentales de los trabajadores emigrantes, “teniendo en cuenta los principios consagrados en materia de derechos humanos”. El artículo 2 denomina “trabajador migratorio” a toda persona que “vaya a realizar, realice o haya realizado una actividad remunerada en un Estado del que no sea el nacional”. El 4 indica que el término “familiares se refiere a las personas casadas con trabajadores migratorios o que mantengan una relación que, de conformidad con el derecho aplicable, produzca efectos equivalentes al matrimonio (...). En el artículo 5 explica que los trabajadores migratorios y sus familiares: “a) Serán considerados documentados o en situación regular si han sido autorizados a ingresar, a permanecer y a ejercer una actividad remunerada en el Estado de empleo de conformidad con las leyes de ese Estado y los acuerdos internacionales en que ese Estado sea parte (...). En el 7 se dice que “los Estados partes se comprometerán, de conformidad con los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, a respetar y asegurar a todos los trabajadores migratorios y sus familiares que se hallen dentro de su territorio o sometidos a su jurisdicción los derechos previstos en la presente Convención, sin distinción alguna por motivos de sexo, raza, color, idioma, religión o convicción o cualquier otra condición”.

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