jueves, 20 de septiembre de 2007

Llevar en la maleta sueños y costumbres

RaÍces Migrantes en tierras lejanas se habitúan a una vida acelerada, pero no olvidan sus raíces, el sabor de su terruño y el recuerdo de los familiares

Por:Katiuska Vásquez
Un grupo de albañiles bolivianos trabajando en una construcción de Madrid, en 2007. Fotos: Isabel Terrazas
En Madrid hay “una pequeña Bolivia”. En los barrios de Aluche y Uzera, vive una de las comunidades más grandes de bolivianos. Ahí ha progresado una variedad de negocios con sello nacional, como los puestos de verduras, empanadas y rellenos. Basta con poner un pie en uno de los vecindarios para sentirse como en casa, en parte por los sabores típicos y por el aire de su gente, inconfundible hasta en el metro, cuenta el equipo de prensa que realizó el reportaje “Bolivianos en España”, de la Red Bolivisión.
Los cochabambinos, parte del mayor éxodo de bolivianos a Europa, ahora han entrado en un ritmo ágil. “Allá la vida empieza temprano y no se puede tomar tarde el metro. Si te deja, tienes que esperar dos horas. Y hay que ser puntuales y al boliviano le cuesta adaptarse”, expresa Dante Berríos, camarógrafo de la Red Bolivisión.
La “Perla Boliviana” y “La Casa de Campo” mantienen la esencia de cocina boliviana. Los restaurantes rebalsan de comensales los fines de semana. Ambos se han abierto paso con la elaboración de los platillos tradicionales, como el chicharrón, el fricasé, el charque y el pique macho.
El deporte une a la comunidad de bolivianos en España. Los equipos apelan a sus orígenes para identificarse frente a sus rivales. Los cuadros de Cliza, Punata y Wilsterman saltan a las canchas de fútbol como la 12 de Octubre para disputar partidos, que congregan a decenas de residentes que alientan a su equipo favorito.
Los parques son otros de los espacios frecuentados por los migrantes.
Constructores
La construcción es uno de los rubros donde más trabajan los bolivianos. La faena es ardua, sobre todo para quienes se fueron soñando con realizarse como albañiles, pero que tuvieron que conformarse con un empleo de peones con un salario máximo de siete euros por hora.
A cambio, deben acarrear bloques de cemento, metales y escombros. El día empieza a las 7:00 y culmina a las 18:00. La jornada sólo se rompe a mediodía, cuando hay 30 minutos para merendar. El menú más común entre los migrantes son unas galletas y una soda.
Los cochabambinos y cruceños acaparan las vacancias de la construcción. Su mano de obra es bien apreciada. La fama se la deben a su honradez y esmero a la hora de acarrear los materiales. De ahí que los españoles digan que “un boliviano vale un Potosí”, en alusión al valor que adquirió la plata durante la Colonia.
Marginales
El parque llamado “Cinco Estrellas” es más conocido como el refugio de los migrantes que han caído en la indigencia y el alcoholismo. El lugar, situado en la capital española, es a donde van parar los migrantes colombianos, ecuatorianos y bolivianos que han tocado fondo.
Este grupo se ha ganado el desprecio de la vecindad y sobresale por su malvivir.
Otra escena propia del migrante de estas tierras es echarse a beber en los parques. La actitud es reprochada por la Policía española. F
Abrieron su tienda
Durante tres años, la vida de un grupo de hermanos que emigró de Cochabamba a España se reducía en madrugar y llevar cajas con verduras y frutas de la central de abasto de Madrid a los puntos de venta.
La rutina se acabó cuando la familia legalizó su residencia en la última amnistía que abrió el Gobierno español para los bolivianos antes de que entrara en rigor la visa.
Tras dejar de ser indocumentados, abrieron una tienda, donde una cajita de frutillas cuesta dos euros, cuando lo común es que cueste 10 euros en cualquier tienda de la capital.
El secreto está en que los hermanos no han dejado de acarrear los empaques. Todavía le ganan al sol para hacerse de la mercadería en la central de abastos y de ahí directo a los consumidores. Así, simplifican esa cadena y garantizan su tajada en la ganancia.
"Les faltan manos para vender", dice Dante Berríos, del equipo de Bolivisión que visitó la tienda de estos cochabambinos, que cambiaron un estudio de televisión por el "sueño europeo".
Comida en el metro
La cocina “made in Bolivia” es una tabla de salvación, sobre todo cuando la fe está a punto de acabarse. La venta de empanadas, salteñas y tucumanas en la estación del metro es una estampa cada vez más común en la capital española.
Rosa es una de las vendedoras clandestinas de comida. Ella ambula por la estación del metro con una cesta de tucumanas. Cuenta que entró en el negocio para romper con el maltrato que vivió mientras trabajó como interna o doméstica. Ahí, aguantó que le echaran con sopa en la cara y le botaran pañales sucios, también en el rostro. Así que dejó ese rubro y prefiere vender en las calles exponiéndose a que la Policía la detenga.
La oferta de los bocadillos se abre paso de la mano del desempleo que agobia a los migrantes pese a la prohibición que sanciona la venta de comida callejera. Las paradas del metro que van a dar a los barrios de la comunidad boliviana en Madrid son unos de los pocos lugares donde prospera el comercio de alimentos típicos aunque de forma clandestina.
Trabajo y paseo
La vida nocturna está lejos de ser un momento para la diversión de los migrantes.
Una de las discotecas más frecuentadas por los bolivianos en España es "Primera Línea", debido a que se ha consolidado como el lugar de encuentro de cientos de bolivianos.
El local es casi una visita obligada para los migrantes que se aventuran a ir a España sin tener trabajo o para quienes se hallan desempleados. En la "disco" es posible encontrar contactos para conseguir un empleo.
La diversión es escasa y sólo está vigente los fines de semana.
Los parques, las ferias, los partidos de fútbol y la playa son los pasatiempos más comunes entre los bolivianos. Por lo general, acuden con sus familias y usan nombres de equipos bolivianos.
SONDEOS
“Piensan en sus hijos”
“He percibido que hay gente vive bien, mas o menos y mal. Los que están bien son aquellos que se han ido hace años. Pero hay gente que está haciendo sus primeras armas, que está luchando. A otros parece que les ha ido mal, ha sufrido y añora volver a su país.
Pero, por más que les esté yendo bien, piensan en los hijos que dejaron. Muchos dicen ‘estoy aquí por mis hijos, para que sean profesionales y no vengan a trabajar aquí, como esclavos’
“Gente trabajando”
“Al boliviano lo reconoces dónde esté. En el metro hemos visto cómo las mujeres bolivianas tenían que vender tucumanas clandestinamente pero se las reconocía. A veces bromean y dicen: "tucumanas a dos bolivianitos (en lugar de euros)".
Aquí (Bolivia) decían que las mujeres se prostituían. Pero no hemos visto eso, porque allá (España) encuentras gente trabajando.
He visto a gente del campo que en Bolivia sufre, pero allá está bien. Su nivel de vida ha subido.

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